
La sal era algo muy escaso y por lo tanto valioso en la
época del Señor Jesucristo. La historia cuenta que a los soldados romanos se
les pagaba con sal.
El Señor comparó a sus discípulos con la
Sal, dando a entender lo valioso e importantes que ellos
eran.
De los siervos y siervas que actualmente cumplen con el mandato del Señor Jesús
de dar a conocer Su Evangelio, podemos decir que hoy día son la sal de la
tierra.
Entre las funciones de la sal:
La Sal
da sabor, como hijos de Dios nos corresponde darle sabor a este mundo,
a esta vida, hacer de lado la amargura de muchas personas que tal vez han
perdido ese sabor por vivir ante las dificultades que enfrentan cada día.
La sal produce sed, si somos considerados sal de la tierra nos
corresponde despertar en las personas esa sed de Dios, por que cuando logremos
despertar esa sed en ellos vendrán a clamar como la mujer Samaritana – Señor
dame de beber de esa agua – así cuando ellos clamen se encontraran con un río
de aguas vivas que saltan para vida eterna. Si alguno tiene sed venga a mí y
beba.
La sal es pura, no permite que ningún microbio viva en ella,
el hijo de Dios debe esforzarse por mantenerse puro y lleno de santidad
conforme al mandato de Dios.
La sal cura las heridas, como sal de la tierra es nuestra
obligación llevar esa Palabra que sane y cura las heridas espirituales de este
mundo.
La Sal es Preservadora, el Señor a entrego su doctrina a sus
apóstoles, solo a ellos les permitía conocer y entender sus verdades
espirituales para que ellos al recibirlas las preservaran y ordenaran que
fueran preservadas.
Si somos sal de la tierra nos corresponde preservar pura la doctrina dejada por
el Señor Jesucristo.
"Vosotros sois la sal de la tierra; y si la sal se desvaneciere ¿con qué
será salada? No vale más para nada, sino para ser echada fuera y hollada por
los hombres". Mat 5:13
tomado de: www.sitiodeesperanza.com